domingo, 24 de febrero de 2008

Un baúl de emociones abierto por Miguel Bosé

Eran las 18.30 del día Jueves 21 De Febrero, cuando comenzaba a guardar mis cosas en mi mochila “siempre lista” (donde hay de todo jejeje). Cierro las aplicaciones en el computador, reviso que no exista nada pendiente y voy al baño a cambiarme de ropa. Me despido de mis colegas de oficina y parto corriendo al bus que me dejará en Providencia para tomar el asqueroso Metro de Santiago (metro que no me subo de no ser por una extrema necesidad) y bueno, ¡esta era la extrema necesidad!: llegar lo antes posible al Arena Santiago (Ubicado en el Parque O’Higgins) para disfrutar del recital de mi artista favorito: “Miguel Bosé”.

Para que mencionar que la entrada la guardaba sagradamente desde el mes de Octubre… al comienzo sentí que una nostalgia me embargaría por completo y es que sería el primer recital en 15 años que voy sin pareja a verlo. De solo pensar en aquella situación romanticona y yo sin tener a alguien al lado para sostenerle la mano o acariciarle la cabeza, se me hacía una situación muy incómoda y por qué no decirlo, muy triste y desolada. Pero bueno, tenía solo 2 alternativas: ir o no ir al último recital de Bosé donde tal vez sea (como él ya mencionó) la última vez que cante las canciones que lo hicieron reconocido estos 30 años.

Wow 30 años… realmente 30 años es el fin de una era y el comienzo de otra muy distinta… es una gran cifra a decir verdad, en 30 años pasan muchas cosas, 30 años es la mitad de la vida (y no porque te mueras a los 60)… y es que 30 significa tanto y si te pones a pensar en todo lo pasado te das cuenta de que no es menor todo lo que has vivido. Llevo a cuestas los 30 años vividos, con un alma tan vieja como Matusalem y con un entusiasmo de vida de una adolescente de 15.

Pensando en todo esto es que afronté mi realidad: ir sola a ver a Bosé ¿y por qué no ir con amigas? Porque nadie se motivó a ir, así de simple.

Llegué al recital (primera vez en mi vida tan tarde. Siempre había llegado por lo menos 9 horas antes del espectáculo) y mi suerte me acompañó: conseguí un buen asiento en la platea (antes solo había ido a cancha, pero me habían dicho que el Arena tiene una excelente visual desde cualquier punto) y quedé justo en primera fila al lado de una pareja de recién casados, donde la niña estaba embarazada de 6 meses y tendría un hombrecito y como anécdota, transcurrido el show, ella cariñosamente le pregunta a su marido: “mi amor, ¿le podemos colocar Miguel a nuestro niño?” Y él con cara de amor y ternura le respondió: “si, gordita”.


El show comenzó a las 21.10 horas e hizo un recorrido por los grandes éxitos de toda su carrera (indudablemente faltaron temas a pesar de que el recital duró exactamente 2 horas, ni más ni menos). Y en su paso por temas de antaño como: “creo en ti”, “te amaré”, “morir de amor” y “amiga”, la nostalgia que no estaba presente en mí desde hace muuuchos meses se desató con un par de lagrimones (tal como lo había temido). No sé si fueron las letras tristes, tal vez el haber ido sola al recital romántico o fueron los recuerdos que bombardearon mi mente como en la película de Jim Carrey “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, quien sabe que gatilló que ese día me sintiera la persona más sola de este mundo…
Pero bueno, terminó el espectáculo y terminé de sufrir y se terminaron esos momentos a lo Jim Carrey con Kate Winslet.
Buena puesta en escena, buen espectáculo, buen sonido, lindos temas, lindo Miguel (a pesar de su criticada pancita) y lindo show.
Recomendado el tour de “Papito” y más recomendado ir a ver espectáculos en el Arena Santiago tanto por su buena visual, sus asientos cómodos, sus baños impecables y su ubicación en el centro de la Región Metropolitana.

viernes, 8 de febrero de 2008

Deportes Extremos

Me gusta la adrenalina, sentir como el cuerpo desborda emociones y energía. Sentir. Esa es la palabra mágica. Sentir, solo sentir, dejarse llevar por el momento. Quedar en blanco. Vivirlo. Dejar de pensar y dejarse llevar por la “gravedad”, el universo y la naturaleza.

Comencé el año con panoramas adrenalínicos, casi al borde del colapso nervioso o cardiaco para muchos, para otros simplemente una locura o riesgo innecesario y para unos pocos, una aventura digna de experimentar.

Conseguí compañía para realizar semejante proeza y nos dirigimos al Parque Mahuida (ubicado en la comuna de La Reina) y a pesar de ser un lugar bastante agradable, ideal para ir en familia y en grupo, nuestros pasos se dirigieron específicamente al sector denominado Vértigo Park y tal como su nombre lo indica, no es apto para personas que sufran de miedo a las alturas. Es un parque destinado a personas que buscan una experiencia extrema (sin riesgos), diversión, adrenalina e incluso si necesitas pagar una manda con Dios. Sin embargo antes de realizar cualquier “aventura” debes firmar un contrato que libera al parque de cualquier responsabilidad en caso de fallecimiento o TEC cerrado jejeje… pero bueno, viéndolo desde el punto de la muerte, ella puede presentarse incluso cuando estás enchufando una radio y electrocutarte. Así que visto desde ese punto de vista, cuando te llega la hora, te llega.

No necesitas ser una deportista, solo necesitas las ganas de pasarla bien, las ganas de entretenerte y las ganas de hacer algo que no es cotidiano. Ideal que la persona o las personas que te acompañen vayan con la misma mentalidad porque la “vibra” se trasmite, sobre todo si te vas a lanzar boca abajo con un arnés a más de 35 metros de altura en caída libre, por último pasa tus últimos minutos de vida con alguien entretenido jajajaja (es broma, si es súper seguro).

Y bueno, fuimos al Vértigo Park y fuimos solo con el propósito de hacer CANOPY (por lo menos yo), un deporte donde recorres una corta distancia amarrada con un arnés, un casco, guantes y un freno de manos. Dos guías te acompañan en la travesía de ir cual Tarzán de árbol en árbol por 12 estaciones. De extremo, nada. De divertido, mucho. Y justamente por esto, es que al terminar el recorrido (que dura aproximadamente 1 hora) decidí hacer algo realmente vertiginoso donde sintiera un poquito de miedo y fue ahí que sin pensarlo mucho me subí al swing.
El SWING se trata de una caída libre de más de 35 metros de altura donde caes hasta los 2 metros del suelo, o sea, el pánico te invade porque sientes que te harás puré en el concreto y de ahí no caes sino que te balanceas como un péndulo, o como digo yo, como un barco pirata a gran velocidad. Después de que vas como en la balanceada Nº 3 empiezas a disfrutar del paisaje, de la brisa en tu cara y te sientes “el rey del mundo”.

Lo pasé increíble. Me encantó. Lo quiero volver a repetir y ya tengo en mente otros deportes extremos que quiero realizar como: snowboard, Canopy en el Sur de Chile, Escalada en cuevas, rafting, kayak, parapente (alas delta), paintball y andar a caballo. Espectacular!! Solo espero volver a encontrar compañía para realizar este tipo de deporte aventura (por lo menos para el snowboard ya tengo compañía).